Si usted busca mi opinión política de coyuntura va muert@. No porque me crea que son nimiedades, sino porque el nivel de análisis y de información que se requiere para estos fines me supera ampliamente.
Así que me ocupo de imágenes, músicas y temas que no interesan a nadie. ¡Y que también me superan, pero no por ello amilanan mis ganas de entrarle! 🙂
La interna radical me recordó que dejé colgada la concepción de A. Heller de necesidades en unos post antiguos que se iniciaron con la inflación y con la economía social como una opción estatal. Esa asociación generó una chorrera de reflexiones sobre la economía social y en un punto llegamos a las teorías de las necesidades (Maslow/Malinowsky/Max Neef). La palabra «radical» es la culpable de todas las reflexiones que siguen.
Está avisad@. Raje ahora que sabe que no habrá nada sobre radicales conchudos.
A. Heller plantea que no es posible separar la idea de necesidad, de un sistema de valores. Las clasificaciones de necesidades tienen detrás un sistema de valores que las sustenta, a veces consciente, y otras no (Esto lo digo yo. Es necesario aclarar también que para Heller, las necesidades son siempre conscientes).
En la Crítica del Programa de Gotha, Marx decía que
«En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo y, con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; solo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: “A cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades.» Karl Marx 1875
Los comunistas colectivistas toman este punto. Los anarquistas libertarios se oponen: «A cada uno según su mérito». Después se enchamigarán todos y más dispué se cascotiarán.
El tipito habla de un post-comunismo, y la sociedad a la que aspiraba. No le digo que se haga marxista, ni anarquista, peronista, ni nada. Ni que al final del túnel está la sociedad comunista, la socialista, la comunidad organizada peronista, la sociedad de los productores libres asociados de Carlitos, ni ningún sucio trapo rojo, negro ni de ningún color. Ni que hay un túnel que te lleva inevitable y necesariamente a una terminal feliz cual subterráneo/metro teleológico.
Iremos construyendo las estaciones como podamos, como acordemos… no está en el destino el punto de llegada.
Como dijo el niño Silvio: «el sueño se hace a mano y sin permiso, arando el porvenir con viejos bueyes».
Pero Ud. algo tendrá escrito en su bandera/marulo. ¿Cuál es la sociedad a la que aspira, por la que lucha?….¿Cuándo premia a sus hijos?…
Cuando reta a sus hijos…¿Es porque prestan su cosas o porque no lo hacen?… ¿Los prefiere limpios y callados o sucios y felices?…
Que no tiene hijos… ¡Me cagó el ejemplo! 🙂
Vamos con otra. Cuando el gobierno otorga créditos blandos a las empleadas domésticas para que se construyan una casa propia, ¿se alegra o le parece una injusticia total porque usted se rompió el culo trabajando y a los negros vagos la yegua populista les regala todo con la plata de los jubilados?. (de ser esta última opción, espero haberlo matado de asfixia con un párrafo largo sin puntos ni comas).
Si vamos bien o vamos mal se mide con una vara que no es la del índice de precios al consumidor, sino su escala de valores y el tipo de sociedad y gobierno que se imagina.
Esas acciones de la vida cotidiana presuponen su sistema de valores y una idea de buena vida, de buenas personas y de sociedad futura. ¿La comunidad organizada de la que hablaba El Pocho?…La que sea. Si pinchó se lo bajó… si no… se jodió 🙂
Heller piensa que no hay que interpretar la consigna a cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades como “principio constitutivo” sino más bien como un “principio regulador” de la justicia distributiva, ya que si se reconoce a todas las necesidades por igual, pero no existen los medios para la satisfacción simultánea de todas, como suele suceder, entonces compete a los miembros de la sociedad el tomar decisiones acerca de las prioridades según normas y reglas de justicia política.
Otro de los puntos a considerar, es el universalismo/relativismo. El universalismo supone una naturaleza humana común. El relativismo supone una construcción histórica y social que inscribe valores y necesidades dentro de esa construcción.
Los seres humanos son únicos, y en este sentido no son iguales, no pueden ser igualados en otra cosa que no concierna a la búsqueda de la felicidad, es decir, la satisfacción de sus múltiples necesidades. Agnés Heller.
En la perspectiva helleriana el reconocimiento de todas las necesidades humanas resulta una “idea reguladora” fundamental, porque sin ella no se puede efectuar el reconocimiento de la dignidad humana.
Es el sistema de valores el que tiende a clasificar a las necesidades como verdaderas o falsas. Desde mi sistema juzgo: «verdadera es la necesidad de choripán, no de smartphon» .
Verdadera es la necesidad de agua, no de vino… ¡andá a comer un chancho asado y poné una jarra con agua para tomar y contame!.
Con base en este reconocimiento de todas las necesidades, Heller se opone a las categorías de “verdadero” o “falso” aplicadas a las necesidades, pues implican una confrontación entre necesidades reales e imaginarias. Toda distinción entre verdaderas o falsas necesidades, fundada en una teoría del fetichismo, presupone que la persona que juzga se coloca por encima de la sociedad. Y dado que las necesidades humanas son determinadas históricamente, no existe un criterio objetivo para dividirlas en “reales” e “irreales”.
El asunto se vuelve peligroso cuando es un sistema social institucionalizado el que se arroga el derecho de hacer esta selección, como fue en el comunismo soviético.
Por consiguiente, todas las necesidades sentidas y formuladas conscientemente por los hombres y las hombras, y que desean satisfacer, deben ser consideradas como reales. Otro punto es si son todas «buenas». Las necesidades de oprimir, humillar o explotar a los otros hombres y hombras, son bien reales y no por eso resultan aceptables.
Ahora bien, aunque se admita la validez de todas las necesidades y la legitimidad de su satisfacción, ésta última no se puede realizar de inmediato y a la vez.
“se trata de crear una estructura en la cual las fuerzas sociales que representan necesidades tan reales como las otras decidan en el curso de un debate democrático, y sobre la base del consenso, qué necesidades deben ser satisfechas primero” Agnes Heller en Marxismo y Democracia
Las necesidades se desarrollan, por contraposición a Maslow, por la continua superación de estadios históricos. La dialéctica de las contradicciones en cada contexto se supera por la transformación de la sociedad en nuevas etapas donde se lograrían satisfacer las necesidades plenamente, un «nuevo modo de vida» que supere de una vez por todas la estructura de las necesidades de la sociedad burguesa.
Agnés Heller luego se volverá postmoderna y renegará de mucho de lo planteado en Teoría de las Necesidades en Marx. Pero eso será otro día… que quién sabe cuando es 🙂
Por hoy estamos. Me quedé pensando en eso que dijo la minita de que los humanos nos igualamos en la búsqueda de la felicidad que implica la satisfacción de las múltiples necesidades y en el Pocho y la doctrina justicialista que busca la felicidad del Pueblo. Claro que con la lucha de clases no encontrará ninguna coincidencia. No se asuste…no cometeré el sacrilegio de abandonar la lucha de clases y menos hoy que estoy de paro, una huelga que le hacemos los empleados del estado al niño Scioli por aumento de sueldo.
Al final no le dije un carajo de los aportes concretos de Heller a la teoría de las necesidades. Le prometo que la próxima vez que haya paro de ATE y tenga un ratito se lo escribo. Y si hace frío como hoy, irá con la receta húngara de goulash con spaetzle, que es un guisito de carne y cebolla con salsa de paprika y crema de leche (que puede reemplazar por pimentón y ají molido) y unos mini-ñoquicitos. ¿Por qué?… En honor a Heller, la húngara discípula de G. Lukács y al frío en el Hemisferio Sur.